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Las temidas agujetas, ¿se pueden evitar?

Las temidas agujetas, ¿se pueden evitar?

 

 

Su origen aún hoy está en entredicho pero, sin embargo, todos hemos padecido alguna vez el dolor que provocan. Se trata de las temidas agujetas, principal consecuencia de la realización de un ejercicio físico para el que nuestro cuerpo no está preparado.

 

 

 

 

 

 

Con la llegada del buen tiempo se renuevan las energías y aumentan las ganas de realizar algún tipo de ejercicio físico, sobre todo al aire libre, con el fin de “desentumecer” el cuerpo y ponernos en forma de cara al verano. El problema surge cuando no estamos habituados a este ejercicio porque nunca lo hemos realizado, o simplemente, porque abandonamos su práctica durante el invierno.

 

De este modo, ¿quién no ha “sufrido” alguna vez las dolorosas agujetas tras realizar un esfuerzo intenso? Y es que, actividades tan sencillas como jugar un partido de fútbol o baloncesto con los amigos, pasar una tarde en bicicleta, o volver al gimnasio después de un breve tiempo de abandono, pueden suponer un verdadero calvario al día siguiente.

 

Y es que, el dolor es uno de los síntomas específicos de las agujetas, molestias más o menos intensas que aparecen generalmente en personas no entrenadas cuando comienzan a realizar algún deporte, al reintegrarse a la práctica deportiva tras un periodo de inactividad, o al pasar de un entrenamiento suave a uno intenso.

 

Sin embargo, lo cierto es que, aunque muy molestas y dolorosas, las agujetas son también beneficiosas para nuestro cuerpo puesto que se convierten en un estímulo para nuestro organismo ya que provocan la creación de nuevas fibras en el músculo que se ejercita.

 

 

 

¿Qué las producen?

El nombre de agujetas procede de la percepción que se tiene cuando las padecemos, ya que tenemos la sensación de que se nos están clavando agujas en el músculo. Además, hasta hace unos años se creía que se debían al ácido láctico que se libera normalmente durante el ejercicio y que al enfriarse el músculo tras el entrenamiento, se solidificaba y cristalizaba, haciendo que estos “cristales” se clavaran en las fibras musculares.

 

Dado que el ejercicio hacía disminuir el dolor, se entendía que el calor producido por el músculo hacía que los cristales se deshicieran. Sin embargo, hoy en día se sabe que esta teoría tan extendida es falsa ya que el ácido láctico no se cristaliza a temperatura corporal.

 

En realidad, las agujetas están producidas por un sobreesfuerzo de la musculatura que provoca microroturas fibrilares (en las células musculares), lo cual da lugar a una reacción inflamatoria en el músculo afectado. El dolor característico es producido por la rotura celular, de manera que los elementos del interior celular se vierten al exterior.

 

Entre estos elementos hay iones de calcio y de potasio que son muy irritantes y muy dolorosos, lo que pone en marcha un mecanismo de inflamación, que llega a su punto álgido entre las 24 y las 48 horas después la realización del esfuerzo.

 

Asimismo, el dolor que aparece atiende, según los expertos, a dos razones: que la fibra muscular es débil y no es capaz de sostener el nivel de ejercicio, o bien porque se realiza un trabajo muscular cuando se está desentrenado y la fibra no es capaz de soportarlo.

 

Las zonas más afectadas por este dolor son las uniones musculares y los tendones cerca de las articulaciones, puesto que es la zona musculotendinosa donde existen más fibras musculares débiles y más tensión. De esta forma, las agujetas acaban con las fibras débiles, y las que consiguen aguantar la presión se vuelven más fuertes.

 

 

 

¿Se pueden evitar?

Las agujetas son parte de un proceso de adaptación muscular, por lo que lo único que se puede hacer para evitarlas es practicar ejercicio de forma progresiva. Muchos especialistas sugieren que la realización de ejercicios de calentamiento antes de lanzarse a la práctica de un deporte puede minimizar su aparición, pero lo cierto es que está teoría no está garantizada.

 

Por ello, si no se está en forma, hay que evitar que las primeras sesiones de entrenamiento sean muy intensas. En general, debemos evitar los aumentos bruscos de intensidad del ejercicio, tanto si se está en forma como si no.

 

Cuando un deportista baja su nivel de entrenamiento, muchas fibras musculares se atrofian, por lo que cuando comienza el entrenamiento las partes más débiles se rompen, se hace una selección de las mejores, como tenemos millones de fibras en cada músculo no hay problema.

 

De modo que para combatir las agujetas lo mejor es hacer justamente el ejercicio que las provocó (abdominales, estiramientos, etc.), de un modo gradual y sin hacer un sobreesfuerzo, sobre todo para las personas que lleven mucho tiempo inactivas.

 

 

 

¿Recetas para combatirlas?

Con respecto a la alimentación, los expertos señalan que tampoco parece tener una influencia clara en la aparición o no de agujetas el tipo de alimentos que se ingieran antes o después de practicar deporte.

 

Lo mismo ocurre con la conocidas “recetas caseras” como el bicarbonato o el agua con azúcar, dos remedios populares tan largamente usados para evitar o combatir las agujetas, que pueden, en el mejor de los casos ayudar a que quien las sufre se hidrate algo más, pero no para evitar los temidos pinchazos.

 

Sin embargo, a pesar de que no se conoce ningún tratamiento ni medicación que termine con las temidas agujetas, los especialistas sí señalan una serie de pautas que pueden seguirse para aliviar sus síntomas.

 

En el caso del frío, éste sí es un buen antídoto para bajar la inflamación y puesto que en las agujetas se produce este síntoma, a veces basta con echar agua fría, o bien sumergir la articulación o la zona debilitada en una palangana con agua y algo de hielo.

 

También son recomendables los ejercicios de estiramiento, que deben realizarse nada más terminar la práctica deportiva, ya que activan la circulación sanguínea por lo que la sangre que llega al grupo muscular mueve la que se encontraba “atascada” en el músculo y, además, barre los productos de desecho (entre los que se encuentra el lactato) producidos por la práctica de ejercicio.

 

En cuanto a la dieta diaria, cabe destacar que si bien algunos deportistas cuidan su alimentación y toman frutas ricas en magnesio y potasio, como plátanos y aguacates, tampoco en este caso existe base científica para creer que el régimen alimenticio de un deportista influya en su propensión a tener más o menos agujetas tras un duro trabajo físico. Sin embargo, sí es cierto que una alimentación sana y equilibrada siempre es beneficiosa para el organismo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Saludalia

 

 

 

 

 

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