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¿Qué es el cáncer renal?

¿Qué es el cáncer renal?

 

Los tumores renales pueden afectar a las vías urinarias o al propio tejido renal (parénquima). Pueden ser benignos o malignos. Nos vamos a centrar en los tumores malignos del parénquima renal, concretamente en el adenocarcinoma renal o hipernefroma, que es el más frecuente de los tumores malignos del riñón.

 

El hipernefroma es el tumor renal más frecuente. Aparece sobre todo en varones, en una proporción de 2/1, y entre la quinta y séptima década de la vida.

 

 

 

¿Qué lo produce y cómo se produce el adenocarcinoma renal?

El adenocarcinoma renal se origina en las células del túbulo contorneado proximal de la nefrona. Se han identificado numerosos agentes que podrían estar implicados en su desarrollo en animales, pero no se ha detectado ninguno específico en el caso del hombre.

 

El factor que podría estar implicado en el desarrollo de este tipo de tumor es el tabaco. Se ha visto relación directa entre la dosis de tabaco y el riesgo de padecer este tumor y también se ha visto relación con la duración en el tiempo del hábito al tabaco.

 

Los pacientes expuestos al cadmio corren un riesgo superior a desarrollar este tipo de tumor.

 

Desde el origen del tumor en el túbulo contorneado proximal, éste se puede propagar hasta invadir la cápsula propia, la fascia que la recubre y los órganos vecinos. El tumor también puede tener un crecimiento dentro del tejido renal, invadiendo el cáliz y la pelvis renal.

 

Otro método de difusión del tumor es a través de los ganglios linfáticos, tanto del hilio renal como de las cadenas retroperitoneales, que rodean los grandes vasos. Aún así, la diseminación más característica de este tumor, es a través de la vía venosa con formación frecuente de trombos tumorales que progresan a través de la vena renal. Así el tumor desde la vena renal, puede llegar por toda la circulación venosa, a órganos como el pulmón, el hígado y los huesos.

 

 

 

¿Cuándo sospechar que estamos ante un adenocarcinoma renal?

La forma de presentación clínica de este tumor es muy variable. Esto hace que a veces se diagnostique tarde, reduciendo las posibilidades de curación y supervivencia. Por eso es importante conocer los diferentes cuadros con los que puede debutar:

 

- Presentación incidental: se detecta de forma casual al realizar una ecografía o una TAC abdominal por otra causa.

 

- Presentación como enfermedad local: generalmente se manifiesta como dolor en la fosa renal o por hematuria (sangre en la orina). El dolor suele ser continuo y se produce cuando hay invasión de tejidos vecinos, distensión de la cápsula renal por el aumento de tamaño del tumor, o bien por obstrucción del uréter por coágulos de sangre (en este caso simula un cólico renal). En un 10-15 % de los casos se presenta con: hematuria, dolor y masa palpable, lo cual indica enfermedad avanzada y peor pronóstico.

 

- Síndromes paraneoplásicos:

 

Síndrome constitucional: pérdida de peso, fiebre o sudores nocturnos.

Alteraciones hematológicas: la presencia de anemia es relativamente frecuente. La elevación de la velocidad de sedimentación globular (VSG), considerado como un factor pronóstico de la enfermedad.

Hipercalcemia: elevación de las cifras de calcio en sangre. Puede deberse a varias razones, entre las que se encuentran una hiperproducción de vitamina D por el tumor, de sustancias que simulan la acción de la hormona PTH, o de prostaglandinas.

Disfunción hepática: consiste en un aumento de tamaño del hígado y del bazo.

 

- Enfermedad metastásica: un tercio de los pacientes presentan metástasis en el momento del diagnóstico. La diseminación puede ser por vía linfática o sanguínea. Por orden de frecuencia, se localizan en pulmón, ganglios linfáticos, hueso (costillas, vértebras, iliaco, fémur, etc), hepáticas, riñón contralateral, suprarrenal, cerebro, etc.

 

 

 

¿Cómo saber o confirmar que estamos ante un adenocarcinoma renal?

Se necesita realizar una serie de pruebas ante la sospecha de un cáncer de riñón:

 

- Pruebas de laboratorio: en el hemograma se puede detectar anemia, trombocitosis, elevación de la VSG, etc. La bioquímica de sangre puede revelar una hipercalcemia, alteraciones en el perfil hepático o en el proteinograma.

 

- Radiología:

 

Radiografía simple de abdomen: constituye uno de los escalones iniciales en el diagnóstico de esta enfermedad. Los signos más significativos son: el borramiento de la línea renopsoas y las calcificaciones que suelen ser centrales. Puede visualizarse una imagen de masa sobre la silueta renal.

Urografía intravenosa: cuando la masa a evaluar es menor de 3 cm la sensibilidad de la prueba es baja. No es el mejor método para el diagnóstico y estadiaje del carcinoma renal.

Ecografía: una de las principales ventajas de esta técnica es que no necesita inyectar contraste. Es muy útil en el diagnóstico de una masa renal.

Tomografía axial computerizada (TAC): se suele administrar contraste por vía oral con objeto de opacificar bien las asas intestinales para diferenciarlas de adenopatías retroperitoneales. El rendimiento de esta prueba es máximo en lesiones de menos de 2 cm de diámetro.

Resonancia magnética (RMN): es particularmente útil en pacientes en los que se desea evitar la administración de contraste intravenoso. La precisión diagnóstica es equiparable a la de la TAC. La desventaja es que es una técnica cara, más que la TAC.

 

- Medicina nuclear:

 

Gammagrafía ósea: se utiliza como método de estadiaje para detectar metástasis óseas.

Renograma isotópico: explora la función del riñón estudiado así como datos de la morfología del mismo. Está indicado en pacientes con dudas acerca de la función renal global, en los que se plantea la cirugía (ayudan a decidir entre quitar el riñón entero o sólo una parte.

 

 

 

- Arteriografía: la realización de esta prueba se basa en que aproximadamente un 80% de estos tumores son hipervascularizados. Solo está indicado hacerla en determinadas circunstancias.

 

 

 

¿Cómo se soluciona?

En el caso de enfermedad localizada, el tratamiento de elección es la nefrectomía radical, es decir, quitar todo el riñón afectado. En el caso de tumores menores a 3 cm se puede hacer nefrectomía parcial aunque según algunos autores es preferible incluso en estos casos la cirugía radical.

 

Cuando estamos ante una enfermedad diseminada, la cirugía en estos casos es sólo paliativa, para mejorar la calidad de vida del paciente. Este tipo de tumor no suele responder al tratamiento con quimioterapia.

 

 

 

¿Qué consecuencias puede tener?

El pronóstico de esta enfermedad depende de varios factores, como el estadio tumoral (invasión local y metástasis regionales o a distancia), el tamaño (mayor de 7 cm), el grado de diferenciación celular, así como el tipo histológico. Otros datos pueden ser la elevación de la VSG, hipercalcemia, etc.

 

La supervivencia media a los 5 años es alrededor de un 50%. Si existen ganglios linfáticos positivos, o bien metástasis a distancia, desciende a menos del 20% a los 5 años

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