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La obesidad mórbida

La obesidad mórbida

  

  

  

  

 

 

 

La obesidad mórbida

La obesidad es un problema de salud que se caracteriza por un aumento del depósito graso y que se traduce en un incremento del peso corporal. Por obesidad mórbida se entiende una forma extrema de la enfermedad, rebelde a tratamientos médicos, y que también se conoce como obesidad clínica severa, al asociarse con buen número de enfermedades y acortar el promedio de vida de los pacientes.

 

La obesidad supone el más grave problema nutricional de los países desarrollados en el momento actual, contrastando con los millones de muertos por hambre que ocurren anualmente en el planeta. Aunque son muchos los parámetros utilizados para medir la obesidad, es el índice de masa corporal (IMC), que equivale al cociente entre el peso del individuo en kilogramos y la talla en metros al cuadrado, el más ampliamente utilizado. Aplicando este índice la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) distingue:

 

Normalidad IMC = 20 - 25/27

Obesidad grado I IMC = 27 - 30

Obesidad grado II IMC = 30 - 35

Obesidad grado III IMC = 35 - 40

Obesidad grado IV (mórbida) IMC = ≥ 40

 

El concepto de obesidad mórbida viene definido por un IMC igual o mayor de 40, pudiendo aplicarse también a aquellos pacientes con un sobrepeso superior al 100% del peso ideal o cuando superan éste en más de 45 kilogramos. Recientemente se ha acuñado el término de superobesidad que se aplica a aquellos casos con un IMC mayor de 50 o con un sobrepeso superior al 225% o de más de 90 kilogramos.

 

 

 

Prevalencia de la obesidad

Los estudios epidemiológicos realizados demuestran una gran variabilidad en cuanto al porcentaje de población obesa en cada país. Japón con un 3% de obesos es el país con menor tasa frente a Samoa que supera el 60% en las ciudades. Los Estados Unidos presentan un 45% de obesos, considerando como tales a los que tienen un IMC igual o superior a 30. Europa ronda el 20% con mayor incidencia en los países sureños que en el norte. España, según la encuesta de la SEEDO de 1997 tiene un 13,4% de la población con un IMC superior a 30, mayor en las mujeres, 15,2%, aumentando con la edad (26,3% entre los 55 y 60 años) y con el menor nivel cultural.

 

Existen diferencias importantes entre comunidades autónomas, siendo la tasa más elevada en Extremadura, Andalucía o Valencia y más baja en La Rioja, País Vasco, Madrid o Cataluña.

 

Refiriéndonos exclusivamente a la obesidad mórbida, en los Estados Unidos están afectados un 4,7% de los hombres y un 7,2% de las mujeres entre los 21y 75 años, mientras que en España se ve afectada el 0,5% de la población (0,7% en las mujeres y 0,4% en los varones).

 

 

 

¿Por qué se produce la obesidad?

 

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La aparición de la obesidad tiene lugar por un desequilibrio entre el aporte de calorías (ingestión de alimentos) y el consumo energético. El consumo de energía por el organismo se produce en el mantenimiento de las funciones 70%, en el mantenimiento de la temperatura corporal 10%, y en la actividad física 20%. El exceso de calorías se deposita en forma de grasa, de tal modo que estos enfermos pueden llegar a tener hasta un 70% de su peso en materia grasa.

 

Su origen es multifactorial. Determinadas enfermedades genéticas que suponen una mayor incidencia en determinadas familias, factores sociales como el bajo nivel cultural o económico y el propio hábitat, trastornos neuroendocrinos (incrementos de insulina, hipotiroidismo, hiperfunción de las glándulas suprarrenales), la inactividad física o sedentarismo, una ingesta elevada habitual que se convierte en norma creando adicción, y cómo no, determinados trastornos psiquiátricos (bulimia frecuentemente asociada a cuadros depresivos, la ansiedad generada por la propia condición de obesos), componen el conjunto de factores que aislada o conjuntamente determinan la obesidad.

 

 

 

Enfermedades asociadas a la obesidad

Es sabido que la mortalidad prematura aumenta de manera notoria en los obesos mórbidos, hasta tal punto que es difícil que puedan conseguir un seguro de vida. Existen datos que demuestran que el incremento de la mortalidad se relaciona directamente con el incremento del IMC. Todo ello es debido al buen número de enfermedades que se asocian con la obesidad. Entre las más importantes citaremos:

 

Enfermedades cardiovasculares: Son las más frecuentes, destacando la hipertensión arterial, el infarto de miocardio, la insuficiencia cardiaca, las hemorragias cerebrales, debidas a un acelerado proceso de arterioesclerosis, y la insuficiencia venosa con aparición de varices y úlceras en las extremidades inferiores.

Enfermedades metabólicas: La diabetes no dependiente de la insulina y que mejora al tratar la obesidad, la hipercolesterolemia y el incremento del ácido úrico.

Enfermedades digestivas: La presencia de cálculos en la vesícula biliar, la degeneración grasa del hígado o la propia cirrosis, y la presencia de reflujo gastroesofágico con la consiguiente inflamación del esófago, esofagitis.

Enfermedades respiratorias: Destaca la insuficiencia respiratoria por alteración de la movilidad del tórax, lo cual se asocia a somnolencia (síndrome de apnea-sueño: Pickwik), llegando a precisar tratamiento nocturno con oxígeno a presión positiva de forma continua para evitar las paradas respiratorias.

Enfermedades degenerativas de las articulaciones.

Enfermedades de la piel: infecciones.

Disfunción gonadal: infertilidad o irregularidad en el ciclo menstrual, aumento del vello corporal.

 

 

 

¿Cuál es el tratamiento de la obesidad mórbida?

 

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Por lo general, la obesidad en sus grados severos va a precisar de múltiples actuaciones para su resolución. La asociación de dietas hipocalóricas con el incremento de la actividad física, el apoyo psicológico e incluso la utilización de fármacos pueden conseguir, bajo control de un endocrinólogo, pérdidas de peso significativas y la consiguiente mejora de las enfermedades asociadas. Sin embargo, las pérdidas ponderales conseguidas con mucho esfuerzo son difíciles de mantener y, en un porcentaje elevado, estos pacientes acaban fracasando en su intento. Es en estos casos, habiéndose comprobado el fracaso del tratamiento médico y siempre que no existan contraindicaciones, cuando puede recurrirse a la cirugía.

 

 

 

Fuente:Saludalia

 

 

 

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