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Fin a la inseguridad energética Por Baldo Prokurica, Vicepresidente del Senado

OPINIÓN

 

Fin a la inseguridad energética Por Baldo Prokurica, Vicepresidente del Senado

 

 

Vicepresidente del Senado, Baldo Prokurica

El ilusorio respiro que nos dieron las lluvias no basta para dormirse en los laureles. Por el contrario, el clima de inseguridad energética se viene haciendo más que una costumbre para nuestras autoridades, que en lugar de dar señales concretas en busca de soluciones, especialmente a raíz de los nuevos recortes de envíos de gas que ha aplicado Argentina, se muestran preocupadas, en lugar de ocupadas, que es lo que Chile necesita en estos momentos.

 

 

 

 

El sistema frontal que afectó a gran parte del país en los últimos días representa un alivio en términos de superar el déficit de nuestros embalses, pero también un nuevo escenario de ajustes por el aumento en la demanda residencial de gas, debido a las bajas temperaturas en la zona central. Y esta demanda de más de un millón de m3 sólo para la Región Metropolitana no está siendo cubierta por el gas natural trasandino. Para peor, el propio gobierno reconoce que no sabe qué sucederá en los próximos días. Sólo tenemos la certeza que Argentina ni siquiera está respondiendo a la demanda de su ciudadanía. El resto, “sólo Dios sabe”, ha dicho el Ministro Tokman.

 

 

 

A este panorama se suma el sostenido aumento en los precios del petróleo, que podría llegar a los US$ 200 por barril. ¿Por qué esperar que lleguemos a esos niveles para tomar decisiones? La pregunta cobra especial relevancia cuando, en otras latitudes, hay gobernantes que no dudan en tomar decisiones o, al menos, ser categóricos en manejar distintas opciones. Así lo ha hecho el presidente francés, Nicolás Sarkozy, quien ha propuesto a sus pares de la Unión Europea la suspensión de los impuestos a los combustibles, en caso de seguir subiendo, para así minimizar su impacto en los bolsillos de la población. Y ha dicho que no se trata de una promesa, sino de una reflexión que ha querido compartir con sus socios del bloque, ya que la decisión debe contar con la unanimidad de sus miembros.

 

 

 

Aquí en Chile no necesitamos consultar a socios de pactos, ni nada parecido. Solamente considerar que no es posible seguir manteniendo un impuesto a los combustibles que no tiene sustento jurídico ni económico. Por ello, es de esperar que el gobierno considere, en el paquete de medidas que encargó la Presidenta a su equipo político y económico de confianza, poner fin a este incentivo perverso, donde el único que gana es el fisco. Este año, el Estado podría recaudar hasta US$ 2 mil 300 millones por este concepto, cifra superior a los US$ 1900 millones obtenidos en 2007. Y mientras el fisco gana, pierden los más pobres, que ven cómo suben los precios de alimentos y otros elementos básicos de su canasta. ¡Para qué hablar del impacto en los transportistas, taxistas y otros que viven del petróleo! Siguiendo con el ejemplo francés, Sarkozy también ha enunciado la idea de estímulos para aquellos cuya actividad económica gira precisamente en torno a los combustibles.

 

 

 

El panorama que hoy enfrenta Chile en este plano es altamente preocupante. Más aún si consideramos que nuestra inestabilidad energética ha puesto en juego, como era previsible, nuestro desarrollo económico. Destacados analistas internacionales han venido a nuestro país a confirmarnos que nuestra economía está estancada y que ya no somos tan especiales en el concierto latinoamericano, porque otros están sabiendo aprovechar las ventajas del momento. Esos mismos expertos nos dicen que nuestros mayores desafíos son mejorar la educación y la gestión pública, junto con hacer frente al abastecimiento energético, en el que no tenemos una política real, sino que sólo esperamos a que “Dios sepa”.

 

 

 

El gobierno tiene ahora la oportunidad de mostrar que sí puede ocuparse del problema. Para estas horas se esperan anuncios de la Presidenta, como resultado del encargo de urgencia que hizo a sus ministros políticos y económicos. Es de esperar que puedan atender con medidas concretas la urgencia del problema de país que enfrentamos.

 

   

   

 

 

 

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